Inversión Empresarial
1. Si la inversión es un instrumento esencial para el beneficio
empresarial -aunque no sea el único- y, por lo tanto, es uno de los fundamentos
básicos del sistema de empresas de capitales, también es, sin ninguna duda, una
de las justificaciones fundamentales del modelo de empresa de capitales desde
la perspectiva de la política económica. La razón básica es que es la inversión
empresarial es el instrumento fundamental que se encuentra detrás de prácticamente
todos los modelos de desarrollo económico.
2. Con frecuencia se ha indicado que la inversión empresarial tiene dos
finalidades fundamentales o, mejor dicho, que cumple dos finalidades
fundamentales desde el punto de vista de la política económica:
- por un lado, la función de estricto crecimiento o expansión de
las actividades ya existentes, con las oportunidades que ello genera desde el
punto de vista de la utilización de recursos hasta ese momento ociosos o -en su
caso- de trabajadores en desempleo. O bien las oportunidades de utilizar más
productivamente recursos humanos o materiales que ya estaban siendo utilizados
en actividades menos productivas.
- por otro lado, a través del incremento de la productividad de
las actividades ya existentes.
3. De cualquier forma, se ha repetido que, desde una perspectiva de
largo plazo, el gran interés "social" de la inversión empresarial
radica en ser el instrumento básico del incremento de la productividad en
cualquier sistema económico.
4. De esta forma, la inversión empresarial es también el instrumento
fundamental de legitimación del modelo de empresa de capitales, en cuanto
instrumento que, a través del beneficio empresarial, impulsa -o, mejor dicho,
"puede impulsar"- la inversión productiva.
5. De esta forma, con frecuencia se ha dicho que las empresas de
capitales están socialmente justificadas en la medida en que, a través de la inversión,
generan a largo plazo un desarrollo acelerado del bienestar a través precisamente
de los incrementos progresivos de la productividad del trabajo.
6. Esto significa, en principio -y esto tiene una gran importancia
desde la perspectiva de la política económica- que el objetivo de las políticas
públicas no es nunca de forma estricta el impulso de los beneficios
empresariales sino, al contrario, el impulso del desarrollo de la productividad
a través de la inversión tecnológica. Puesto que, como hemos expuesto, la
inversión no es el único instrumento de las empresas de capitales para la
consecución de beneficios, es esencial asegurar que, si se adoptan políticas públicas
destinadas a impulsar los beneficios empresariales, ello se hace asegurando que
ello tiene como consecuencia un incremento coherente con ello de la inversión técnica
y tecnológica.
7. Históricamente, el surgimiento del capitalismo permitió demostrar
la capacidad del modelo de empresa de capitales de impulsar precisamente el
crecimiento y la creación acelerada de riqueza. Con frecuencia, esta creación de
riqueza, en función de distintos periodos históricos, significó una creación de
riqueza para las distintas capas de población y, en otras ocasiones, significó de
forma paralela creación de riqueza para los empresarios titulares de las
empresas y creación de pobreza generalizada para los asalariados.
8. En conjunto, a largo plazo, el capitalismo ha convivido con una evolución
creciente del bienestar económico de las distintas capas de población. Pero
ello se ha producido a través de distintos periodos en los que, en función de
la coyuntura y de la estructura económica por un lado y de las políticas económicas
por el otro, los trabajadores asalariados han visto o no mejorada su situación
social y económica.
9. La inversión tecnológica es la llave para el aumento continuado de
la productividad del trabajo, pero estos aumentos de productividad del trabajo
no siempre se trasladan a los salarios. Ello depende también de distintos
factores de estructura económica, de relación de fuerzas entre empresarios y
sindicatos y de las políticas públicas efectivamente aplicadas. No obstante, lo
que sí es evidente es que el incremento salarial y del bienestar económico de
los asalariados y de los ciudadanos en general es imposible sin un aumento
paralelo de la productividad del trabajo, y ello precisa de la inversión productiva.
La inversión tecnológica no asegura un mejor nivel de vida, pero sí es un
requisito imprescindible para ello. Y también es, por supuesto, como vemos, la
base fundamental de la legitimación social e histórica del sistema de empresas
de capitales y, en función de su respectiva capacidad a largo plazo, de los
distintos sistemas de la empresa pública, la empresa de capitales, las
cooperativas y los productores autónomos.
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