Tres cosas se destacan en las declaraciones hechas por el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, el martes en el contexto del próximo ejercicio militar ruso Vostok-2018 en la región Trans-Baikal en Siberia del Este, del 11 al 15 de septiembre.
En el nivel obvio, Peskov hablaba desde la pintoresca ciudad del sudoeste de Omsk, donde acompañaba al presidente Vladimir Putin. Nada de lo que dice Peskov puede ser involuntario y sus comentarios de Omsk tienen una resonancia adicional, porque también hablaba desde una posición ventajosa en la historia rusa: desde una ciudad de la guarnición fundada por los cosacos siberianos hace cuatro siglos.
En segundo lugar, Peskov estaba hablando sobre el próximo Vostok-2018, que ya se está notando en la opinión internacional, incluso en los medios occidentales, como un ejercicio militar de importancia estratégica. Peskov se refirió indirectamente a las beligerantes posturas militares de la OTAN hacia Rusia cuando dijo que Vostok-2018 se desarrolla en el contexto de «la situación internacional actual, que a menudo es bastante agresiva y antipática para nuestro país».
Apenas unas horas antes de que hablara Peskov, el ministro de Defensa ruso, Sergey Shoigu, había dicho que los ejercicios no tendrán precedentes en su alcance y que involucrarán a unos 300,000 soldados y más de 1,000 aviones. El Vostok-2018 se centrará en la «seguridad tradicional» (leer guerras, agresiones territoriales externas) en contra de la «seguridad no tradicional» (terrorismo, separatismo, extremismo religioso, etc.) y se lo considera el mayor ejercicio rus