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“5. Y esto se produce incluso en ámbitos en los que la contradicción entre la respectiva campaña o estrategia globalista y la ideología de los grupos o partidos resulta absoluta y demoledora. Tal como sucede, por ejemplo, con la estrategia de impulso de la inmigración masiva hacia Europa desde otros territorios. ¿Cómo puede favorecer o incluso permitir tal estrategia un grupo político que se autodenomina “nacionalista”? ¿Cómo puede apoyar una estrategia de este tipo, cuya finalidad directa es disparar los beneficios de las corporaciones a través del hundimiento de los salarios, un grupo “progresista” o “de izquierdas”? Parece conceptualmente imposible.
6. Para resolver esta incógnita hay que preguntarse por las razones que llevan a políticos de distintas tendencias e ideologías a asumir tan fervorosamente los objetivos y estrategias de la élite corporativa y globalista, por muy opuestos que sean a sus respectivos fundamentos ideológicos”.
“10. En este contexto, frente a los objetivos claramente
oligárquicos y antidemocráticos de la
élite corporativa a la hora de poner en marcha este tipo de campañas, no sólo
la socialdemocracia sino todas las fuerzas democráticas tienen el compromiso de
asumir una posición a la vez prudente y escéptica ante las mismas, junto a un
esfuerzo de racionalización y de difusión que personas, grupos y organismos
como el propio EKAI Center pueden realizar.
11. Europa se encuentra en este momento en una encrucijada
histórica en la que resulta más importante que nunca que el conjunto de la
población pueda situarse frente a la situación y los retos actuales con pleno
conocimiento de causa, con racionalidad y objetividad. La élite corporativa
está haciendo todo lo posible para evitarlo, sumergiéndonos en una permanente
confusión informativa y dialéctica. La batalla por la mente y el alma de los
ciudadanos europeos entre las fuerzas oligárquicas y las democráticas está
abierta”.
“… las dos redes –pública y privada- están dando ya por
cuestionada “de hecho” la enseñanza en euskera para los niños a medida que se
vayan incorporando estas nuevas generaciones de familias extranjeras. Por
supuesto, si los niños dejan de aprender en euskera el futuro del idioma queda
claramente cuestionado, especialmente si tenemos en cuenta que su supervivencia
siempre se ha asentado en la apuesta por su extensión en el ámbito educativo.
El conflicto ya ha empezado a estallar entre unos y otros centros,
entre unas y otras redes. El caos que se avecina y el desastre que esto supone
para la cultura y la sociedad vascas son difíciles de exagerar. A pesar de
ello, nuestros líderes –permanentemente sumisos al globalismo y a la
“multiculturalidad”- seguirán pidiéndonos que les llamemos vasquistas,
nacionalistas, “abertzales”, “progresistas” o “de izquierda”.
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