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"... la concentración de poder creciente en manos de la élite financiera a partir de la década de los 70 ha tenido un gran impacto en las privatizaciones de medios de comunicación y en la concentración de los mismos en cada vez menos manos de la élite corporativa.
Todo ello ha facilitado las repetidas campañas de mentalización de la opinión pública occidental durante las últimas décadas a favor del (neo)liberalismo, del atlantismo, del multiculturalismo y las migraciones masivas, de la manipulación del feminismo o del ecologismo, o de las políticas de género o de las alarmas climáticas".
"Cuando el enfrentamiento que ahora está en marcha entre globalismo y soberanismo se clarifique, nos encontraremos probablemente con un nuevo contexto de democracia avanzada en el que la socialdemocracia podrá abrir nuevos espacios para perseguir sus objetivos y definir su propio perfil, en una situación en la que una buena parte de los actuales condicionantes oligárquicos mediatizados por la élite financiera globalista hayan sido quizás superados".
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"1. Un fantasma parece recorrer Europa… la sustitución del binomio izquierda-derecha por el de soberanismo-globalismo. Una creciente corriente académica y de opinión viene trasladando que la diferenciación de las tendencias políticas entre izquierda y derecha está rápidamente perdiendo toda su influencia, siendo sustituida por la creciente relevancia de la diferenciación entre corrientes soberanistas y globalistas. Las corrientes globalistas estarían apostando por la concentración de poder en manos de la oligarquía financiera occidental, a través de las instituciones supranacionales, el poder político y militar atlantista, el (neo)liberalismo, las migraciones masivas, la política de género, la alarma climática, etc. Las corrientes “soberanistas” se opondrían a esta tendencia y, entre ellas, junto a los movimientos populistas occidentales de izquierda y derecha, se ubicarían los países emergentes (Rusia y China en particular)".
"De cualquier forma, por supuesto, la responsabilidad de la clase política se superpone en todo caso a la empresarial. La socialdemocracia es consciente de que demonizar a los empresarios por actuar como tales no tiene mucho sentido. Los empresarios se dejan arrastrar por la lógica de la economía de mercado y corresponde a la clase política adoptar las decisiones normativas y políticas necesarias para reconducir este tipo de procesos. Estas migraciones a territorios industriales no son una simple consecuencia de la atracción de empresarios ambiciosos de lucrarse arbitrariamente, sino de la realidad de colectivos de “empresarios descontrolados” dentro de un proceso que la clase política debería haber reconducido y no reconduce".
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“… estrategia clara de la socialdemocracia debe ser el escepticismo frente a campañas mediáticas masivas (como la actual “alarma climática”, los personajes mediáticos como Greta Thunberg, etc.). Normalmente estas campañas tienden a responder a intereses muy específicos de la élite corporativa. Ya sean intereses directamente económicos, de control del debate social o de desorientación de las políticas públicas”.
“… las dos redes –pública y privada- están dando ya por
cuestionada “de hecho” la enseñanza en euskera para los niños a medida que se
vayan incorporando estas nuevas generaciones de familias extranjeras. Por
supuesto, si los niños dejan de aprender en euskera el futuro del idioma queda
claramente cuestionado, especialmente si tenemos en cuenta que su supervivencia
siempre se ha asentado en la apuesta por su extensión en el ámbito educativo.
El conflicto ya ha empezado a estallar entre unos y otros centros,
entre unas y otras redes. El caos que se avecina y el desastre que esto supone
para la cultura y la sociedad vascas son difíciles de exagerar. A pesar de
ello, nuestros líderes –permanentemente sumisos al globalismo y a la
“multiculturalidad”- seguirán pidiéndonos que les llamemos vasquistas,
nacionalistas, “abertzales”, “progresistas” o “de izquierda”.
"4. … a todo lo largo de las últimas décadas, la influencia de la élite corporativa ha sido creciente sobre el conjunto de la economía, la clase política, la sociedad, la cultura y los medios de comunicación. Es esta influencia la que se ha volcado en el impulso de las corrientes migratorias hacia Europa, en la defensa cerrada del proceso por parte de responsables políticos y medios de comunicación, o en la conversión de este tema en un “tabú” absurdo e incuestionable.
5. No obstante, existe una interpretación muy extendida sobre lo que está sucediendo, que, más que a motivaciones económicas, atribuye a motivaciones ideológico-políticas los movimientos migratorios actuales. En concreto, se atribuye la autoría del impulso de estos procesos a lo que suele denominarse como “élite globalista”.
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