1. Puesto que el actual proceso migratorio es en realidad una bárbara estrategia de la élite corporativa destinado a impulsar los beneficios a través de la deflación salarial y, posteriormente, a romper la cohesión social, es lógico que la trascendencia histórica del proceso genere todo tipo de teorías sobre el origen último de este fenómeno.
2. Entre estas teorías, no faltan quienes consideran el actual proceso como una consecuencia de una estrategia del movimiento globalista impulsado durante el período (neo)liberal.
3. Por otro lado, nos encontramos las interpretaciones socioeconómicas, que consideran estos procesos migratorios a territorios industriales como una tendencia -o, más bien, una degeneración- de la estructura socioeconómica del capitalismo.
4. Desde luego, la hipótesis "socioeconómica" tiene un argumento de peso a su favor: el análisis histórico. La realidad nos demuestra que este tipo de procesos migratorios han sido habituales desde el inicio del capitalismo. No han sido procesos constantes y tampoco han adquirido nunca el carácter global o continental del actual proceso, pero sí se han repetido de forma sucesiva en territorios y contextos concretos desde fines del siglo XVIII.
5. Como sabemos, el análisis de estos fenómenos desde el comienzo de siglo XIX, tanto por autores marxistas como socialdemócratas, coincide en la interpretación lógica de que los empresarios, si pueden disponer fácilmente de mano de obra más barata a través de la inmigración, intentan a toda costa impulsar estos procesos.
6. Sin embargo, entender que el afán de lucro empresarial y el capitalismo son equivalentes sería una simplificación excesiva. Nunca ha existido un sistema capitalista que se limite a favorecer a toda costa el beneficio empresarial sin ningún tipo de límites. O, al menos, no exclusivamente el beneficio a corto o medio plazo. La propia realidad inevitable de la existencia del Estado en todas las sociedades capitalistas nos revela la inviabilidad de modelos sociales limitados exclusivamente al impulso a toda costa del lucro empresarial a corto y medio plazo.
7. Esto significa que estos procesos migratorios no son algo inevitablemente unido al capitalismo, sino -con mayor precisión- a determinados modelos capitalistas. Aquellos modelos en los que la búsqueda del lucro empresarial a corto y medio plazo no es controlada o moderada suficientemente por la acción del Estado.
8. Ésta es probablemente la interpretación que puede llevarnos a considerar el actual proceso migratorio como "una degeneración del capitalismo". Una "degeneración" que se produciría habitualmente en el momento en que la clase política deja de poner límites al afán de lucro empresarial. Por cierto, una característica propia del actual período (neo)liberal.
9. Esta reflexión sí parece llevarnos a la conclusión de que, efectivamente, el actual proceso migratorio es una consecuencia de la "degeneración del capitalismo", siempre que no entendamos esta "degeneración" como un proceso históricamente único, resultado de la evolución del capitalismo durante dos siglos. Se trataría de una "degeneración" habitual en el capitalismo cuando el afán de lucro empresarial a corto o medio plazo no es limitado o canalizado por el Estado y, como consecuencia de ello, somete a sus propios objetivos al conjunto del tejido social.
2. Entre estas teorías, no faltan quienes consideran el actual proceso como una consecuencia de una estrategia del movimiento globalista impulsado durante el período (neo)liberal.
3. Por otro lado, nos encontramos las interpretaciones socioeconómicas, que consideran estos procesos migratorios a territorios industriales como una tendencia -o, más bien, una degeneración- de la estructura socioeconómica del capitalismo.
4. Desde luego, la hipótesis "socioeconómica" tiene un argumento de peso a su favor: el análisis histórico. La realidad nos demuestra que este tipo de procesos migratorios han sido habituales desde el inicio del capitalismo. No han sido procesos constantes y tampoco han adquirido nunca el carácter global o continental del actual proceso, pero sí se han repetido de forma sucesiva en territorios y contextos concretos desde fines del siglo XVIII.
5. Como sabemos, el análisis de estos fenómenos desde el comienzo de siglo XIX, tanto por autores marxistas como socialdemócratas, coincide en la interpretación lógica de que los empresarios, si pueden disponer fácilmente de mano de obra más barata a través de la inmigración, intentan a toda costa impulsar estos procesos.
6. Sin embargo, entender que el afán de lucro empresarial y el capitalismo son equivalentes sería una simplificación excesiva. Nunca ha existido un sistema capitalista que se limite a favorecer a toda costa el beneficio empresarial sin ningún tipo de límites. O, al menos, no exclusivamente el beneficio a corto o medio plazo. La propia realidad inevitable de la existencia del Estado en todas las sociedades capitalistas nos revela la inviabilidad de modelos sociales limitados exclusivamente al impulso a toda costa del lucro empresarial a corto y medio plazo.
7. Esto significa que estos procesos migratorios no son algo inevitablemente unido al capitalismo, sino -con mayor precisión- a determinados modelos capitalistas. Aquellos modelos en los que la búsqueda del lucro empresarial a corto y medio plazo no es controlada o moderada suficientemente por la acción del Estado.
8. Ésta es probablemente la interpretación que puede llevarnos a considerar el actual proceso migratorio como "una degeneración del capitalismo". Una "degeneración" que se produciría habitualmente en el momento en que la clase política deja de poner límites al afán de lucro empresarial. Por cierto, una característica propia del actual período (neo)liberal.
9. Esta reflexión sí parece llevarnos a la conclusión de que, efectivamente, el actual proceso migratorio es una consecuencia de la "degeneración del capitalismo", siempre que no entendamos esta "degeneración" como un proceso históricamente único, resultado de la evolución del capitalismo durante dos siglos. Se trataría de una "degeneración" habitual en el capitalismo cuando el afán de lucro empresarial a corto o medio plazo no es limitado o canalizado por el Estado y, como consecuencia de ello, somete a sus propios objetivos al conjunto del tejido social.
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