"7. En la práctica, Euskadi, que se ha incorporado con cierto retraso al globalismo, se ha vuelto globalista cuando el mundo está empezando a dejar de serlo. Y este desajuste temporal puede ser fatal para nuestro país. La superficialidad de los debates y la indiferencia (indolencia) frente a nuestro futuro económico y social y frente a nuestros retos reales es tan abrumadora, que asusta pensar en el tiempo que vamos a necesitar sólo para resituarnos conceptualmente ante la realidad y, al menos, darnos cuenta de hasta qué punto estamos nosotros mismos destruyendo nuestro país".