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"1. Frente a la percepción habitual y mediática de que el avance productivo y tecnológico impulsa de forma automática el avance de las retribuciones de trabajo y de capital, esto no concuerda ni con el análisis económico ni con la experiencia histórica.
2. De forma más precisa, como consecuencia de su impacto en la mayor intensidad de capital, el avance tecnológico impulsa el valor añadido generado por las empresas, pero reduce la proporción entre inversión de capital y valor añadido".
"2. En realidad, al menos en teoría, los grupos políticos de oposición son los que mejor posicionados están para analizar y plantear críticas de fondo al modelo en vigor. También en teoría, los grupos de oposición tienen un menor compromiso con las políticas desarrolladas por el gobierno en cada momento y, al contrario, parece que deberían estar deseando disponer de alternativas razonables y viables a las políticas actuales, aunque sólo fuese para utilizarlas como arma política contra el gobierno actual.
3. Sin embargo, no es esto lo que habitualmente sucede. Normalmente, los grupos de oposición tienden a ser “oposición limitada” u “oposición controlada”. No es nada extraño. Ningún sistema que se precie se contenta con tener controlados a los partidos de gobierno. Controlar la oposición es también esencial, puesto que lo natural es que, por mero cansancio de los electores, el gobierno actual deje de serlo algún día. La oposición que le sustituya debe estar controlada, asegurando que, sin perder la imagen de oposición, en ningún caso cuestionará las bases del sistema en caso de acceder al gobierno".
"13. La inversión tecnológica genera más valor añadido por trabajador, pero tiende a reducir la proporción entre el valor añadido y la inversión. Si por cada unidad de valor añadido necesitamos una mayor inversión, es evidente que la rentabilidad de estas inversiones “tiende” a reducirse.
14. Por supuesto, en esta “tendencia” a la baja de la rentabilidad no incide exclusivamente la menor proporción que el valor añadido representa frente a la inversión, sino también en qué medida el valor añadido generado se destina a retribuir el capital (beneficios) o el trabajo (salarios)".
"5. Estaríamos incurriendo en un dramático error si pensáramos que la opción por unos u otros modelos de empresa responde a decisiones basadas en criterios técnicos o teóricos. Tanto desde una perspectiva conceptual como estratégica u operativa, los criterios utilizados en la toma de decisiones al respecto están, casi siempre, directamente condicionados por los flujos de intereses que influyen y controlan la clase política europea".
"2. La insuficiente rentabilidad está probablemente en la base del modelo de desarrollo (neo)liberal dominante en Europa durante las últimas décadas. La persecución de los sindicatos, la evolución de los salarios por debajo de la productividad, la contención impositiva, del gasto social, de la progresividad fiscal, … el conjunto de las políticas (neo)liberales han tenido como objetivo aumentar la rentabilidad del capital a costa de las retribuciones directas o indirectas del trabajo. Una lucha constante que, a pesar de haber corregido la tendencia a la caída de rentabilidad de los años 70, no parece haber conseguido elevarla a un nivel suficiente".
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