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"5. Efectivamente, ahora podemos comprar más bienes y servicios que en los años 70, fundamentalmente porque:
a) Trabajamos más horas (aproximadamente 40 horas más por unidad familiar)
b) Nos hemos endeudado hasta un 300% del PIB, frente a cifras cercanas a un 100% en los años 70. Un sobre-endeudamiento disparatado que dejamos a nuestros hijos y que, al igual que ha impulsado hacia arriba el crecimiento mientras se ha incrementado, lo impulsará hacia abajo en el proceso de corrección de la deuda".
"7. Los datos acreditan en Europa y en el conjunto de Occidente un continuo flujo de inversión desde los sectores intensivos en capital a los sectores más intensivos en trabajo. Todo parece indicar que la dificultad de rentabilizar las inversiones es la principal razón que late detrás de este continuado fenómeno.
8. Si, como parece, detrás de esta falta de rentabilidad y de inversión de los sectores intensivos en capital laten no ya problemas coyunturales sino problemas estructurales de muy largo plazo y difícilmente superables en base a la mayor o menor eficiencia de la gestión de cada empresa, entonces Europa se encuentra en estos sectores ante un enorme problema estratégico y, a la vez, ante una extraordinaria oportunidad estratégica. Una oportunidad de una implicación sustancial de la inversión pública que sea capaz de reactivar la inversión productiva y tecnológica".
"7. A falta de una mayor profundización, no podemos afirmar que esta ubicación en el ámbito público de los sectores intensivos en capital haya sido una consecuencia de una premeditada estrategia basada en la dificultad de rentabilizar financieramente las inversiones en capital de estos sectores. Lo habitual es explicarlo en base a razones estratégicas, políticas o geopolíticas. El control público del sector financiero, de la defensa, la energía o el transporte, pueden ser claves para países que claramente han apostado por asegurar el sometimiento de las grandes empresas –privada y públicas- a los intereses generales, con el fin de evitar lo que consideran como el gran problema de Occidente: el sometimiento del poder político a los intereses de las grandes empresas privadas".
"1. Frente a la percepción habitual y mediática de que el avance productivo y tecnológico impulsa de forma automática el avance de las retribuciones de trabajo y de capital, esto no concuerda ni con el análisis económico ni con la experiencia histórica.
2. De forma más precisa, como consecuencia de su impacto en la mayor intensidad de capital, el avance tecnológico impulsa el valor añadido generado por las empresas, pero reduce la proporción entre inversión de capital y valor añadido".
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