1. El impacto de la deuda merece una reflexión precisamente por su más
que sorprendente olvido en el análisis económico habitual.
2. Lo que conocemos como “la deuda” es un fenómeno complejo, cuyas
relaciones con el desarrollo económico son múltiples, pero pueden subdividirse
en tres ámbitos:
A.
El impacto sobre el desarrollo
económico de los incrementos de deuda
B.
El impacto del servicio de la
deuda (la devolución o amortización del principal y el pago de los intereses).
C.
Los aspectos “cualitativos” de
ambos procesos y, fundamentalmente, la distinción entre los destinos del
endeudamiento.
3. Cualquiera de estos fenómenos tiene un impacto directo y enorme
sobre el desarrollo económico.
4. El incremento de la deuda tiene, por sí mismo, un impacto directo
sobre la demanda agregada, en la medida en que aumenta la capacidad de gasto,
consumo o inversión de los receptores. Mayor gasto, consumo o inversión suponen
mayor demanda agregada y, por lo tanto, incremento del PIB.
Esto necesita algunas precisiones.
5. Por un lado, si los receptores de los recursos aumentan su
capacidad de gasto, los que los aportan la ven disminuida. Podría pensarse que,
salvo en el caso de la deuda externa, el impacto sobre la demanda sería neutro.
Sin embargo, esto no sucede así porque los acreedores, prácticamente en su
totalidad, son los bancos centrales o la banca comercial, que –lógicamente- no
adquieren menos bienes o servicios como consecuencia de los créditos o préstamos
que conceden. Incluso en una gran parte de los prestamistas personas físicas la
adquisición de deuda pública o privada normalmente es una alternativa más de
ahorro, no una alternativa al consumo.
6. Por otro lado, estamos suponiendo una economía cerrada. En la
realidad, una parte de los incrementos de deuda se destinan a adquirir bienes y
servicios de otros países. Aumentan la demanda, pero no la demanda interna.
7. Pero aumentar la demanda no es, obviamente, la finalidad propia
del endeudamiento, sino anticipar capacidad de gasto o consumo para la que, de no
disponer de esta deuda, deberíamos esperar años o podríamos no disponer nunca.
8. El crédito facilita así la inversión productiva, el gasto en
infraestructuras, la dotación de vivienda habitual, etc. que de otra forma se
verían seriamente limitadas.
9. De esta forma, el crédito estimula el desarrollo social y económico
a largo plazo a la vez que –a corto plazo- impulsa el crecimiento a través del
aumento de la demanda.
10. Por supuesto, a la hora de devolver la deuda, o de reducir el
nivel total de endeudamiento en su conjunto, se produce el efecto contrario al
indicado inicialmente: se contrae el crecimiento al reducirse la demanda
agregada. Ello sucede porque personas, empresas y gobiernos no pueden destinar
la totalidad de sus ingresos a adquirir bienes o servicios. Una parte de los
mismos deben destinarla a la amortización e intereses de la deuda.
11. De esta forma, podemos
decir que los incrementos de deuda impulsan el desarrollo económico mientras
que las reducciones de deuda lo contraen. La valoración positiva o negativa del
conjunto del proceso radica, lógicamente, en que el impacto positivo sea
superior al negativo. Y ello se produce cuando el impacto del incremento de
deuda sobre el desarrollo supera o, al menos iguala, el coste del servicio de
la deuda al que nos comprometemos cuando nos endeudamos. Las empresas que se
endeudan lo hacen pensando en que esa deuda les permitirá generar recursos
sensiblemente superiores al coste de amortización e intereses.
12. Y ésta es precisamente la contrapartida: cuando se pagan intereses
y se amortizan los préstamos, disminuye la capacidad de adquirir bienes y
servicios y, lógicamente, por la misma razón, cuando se reduce el saldo total
del endeudamiento de la economía, cae la demanda agregada y cae el PIB. La
cuestión clave es que esta caída del PIB generada por el servicio de la deuda
debería ser inferior al impacto positivo sobre el PIB de las inversiones o los
gastos que el endeudamiento ha permitido.
13. Y aquí es fundamentalmente donde
nos encontramos con la importancia de los aspectos diferenciales de las
distintas formas de endeudamiento. No se trata sólo de cuánto nos endeudamos
sino de para qué nos hemos endeudado y si el endeudamiento genera riqueza
superior al coste de la deuda.