El Futuro del Modelo de Desarrollo Europeo CAPITAL, TRABAJO Y FABRICAS SIN TRABAJADORES

El Futuro del Modelo de Desarrollo Europeo

CAPITAL, TRABAJO Y FABRICAS SIN TRABAJADORES

1.      Ya hemos explicado que el concepto teórico de “fábricas sin trabajadores” resulta extraordinariamente útil para entender y sistematizar el impacto de la intensidad de capital sobre la rentabilidad empresarial y, consecuentemente, sobre el modelo de desarrollo. Especialmente, en el contexto de un avance significativo en los procesos de automatización y digitalización empresarial.
2.      Es generalmente admitido que la mayor intensidad de capital por puesto de trabajo en la empresa genera tendencialmente una disminución de la rentabilidad del capital, que puede o no ser contrarrestada por otro tipo de factores. Tradicionalmente ha existido un constante debate teórico sobre el impacto de la mayor intensidad de capital a muy largo plazo y sobre en qué medida este impacto podría o no ser antes o después imposible de compensar.
3.      Conceptualmente, la referencia de las “fábricas sin trabajadores” nos apunta a un horizonte de máxima intensidad de capital, en el que el ratio K/L (Capital/Trabajo) sería igual a infinito. En este contexto, la lógica de la teoría del valor-trabajo –incluso en su versión marxista- nos llevaría a entender que el mercado no estaría dispuesto a retribuir la inversión de capital, ya que no se generaría valor añadido.
4.      Sin embargo, esto parece chocar con la lógica. Si el mercado no retribuye la inversión … parece que esa inversión no se realizaría. O, desde otro punto de vista, parece que el mercado necesariamente tendría que retribuir esa inversión, como un precio necesario a pagar al empresario por su iniciativa y su aportación, aunque no existiesen trabajadores.
5.      Para desenredar esta confusión, es posible que tengamos que clarificar tanto a qué nos referimos con el concepto de “trabajo” como a qué nos referimos con el concepto de “inversión”.
6.      En realidad, aunque la teoría económica tiende a identificar “trabajo” con “trabajo asalariado”, la aportación del empresario a la empresa siempre tiene un componente de “trabajo”. Un “trabajo” de jornada completa en un empresario autónomo, de ejecución y dirección en microempresas, etc. A medida que las empresas crecen, la aportación del capitalista es cada vez más puramente de capital y su aportación de “trabajo” se vuelve más simbólica. Pero siempre existe al menos el esfuerzo de selección de inversiones previo a la aportación de capital.
7.      De esta forma, cuando aludimos a “empresas sin trabajadores” podemos distinguir:
A.     El supuesto de empresas “sin trabajadores asalariados” pero con algún tipo de aportación “de trabajo” por parte del empresario inversor
B.     El caso teórico de empresas cuyo nivel de automatización permitiera la desaparición total de cualquier aportación de trabajo y en el que la aportación del inversor fuese realmente una mera aportación de capital en sentido estricto.
8.      Supongamos que, exactamente en los términos habitualmente explicados en la teoría económica, la inversión empresarial se destina exclusivamente a la adquisición de bienes y servicios externos por un lado y, por el otro, a la retribución de los trabajadores asalariados. En tal caso, en una fábrica sin trabajadores debería desaparecer el valor añadido, ya que la totalidad de la inversión se destinaría a la mera adquisición de bienes y servicios. Estos bienes y servicios, incorporados al producto o servicio final, serían valorados por su respectivo precio, pero el mercado difícilmente reconocería a los mismos un valor superior.
9.      Sin embargo, esto choca con lo que la intuición nos dice sobre la lógica de la economía de empresa. Aunque no hubiera trabajadores, si el mercado no retribuye el capital … la inversión/empresa no se pondría en marcha. Por lo tanto, el mercado estaría obligado a retribuir “suficientemente” la inversión.
10.  Esta contradicción puede quizás aclararse si introducimos el concepto de “trabajo” aportado por el empresario. Lo que ocurre es que cuando aludimos a la aportación del inversor o empresario, estamos de hecho dando por supuesto que no se trata de una mera aportación de recursos financieros sino que, al contrario, siempre incorpora algún tipo de función de supervisión, coordinación o contratación.
11. Todo cambia si nos colocamos expresamente en una posición teórica estricta en la que el inversor sólo aporta capital y no realiza ningún tipo de aportación de trabajo. En tal caso, parece claro que, efectivamente, puesto que la única aportación de la inversión serían los bienes y servicios adquiridos por la misma, la retribución media de los productos y servicios vendidos por la empresa en el mercado no permitiría generar beneficios.
12.  Sin embargo, debemos entender que, cuando aludimos a “empresas sin trabajadores” nos debemos situar en el contexto hipotético de una empresa sin trabajadores asalariados pero con una cierta aportación de “trabajo” –aunque sea mínima- por parte del inversor/empresario. En tal caso, el mercado estaría dispuesto a retribuir un beneficio correspondiente al valor añadido por el inversor/empresario. La cuestión clave es si este beneficio retribuiría exclusivamente el tiempo de trabajo cualificado de supervisión/coordinación/representación desarrollado por el empresario o bien debería considerarse que también se está retribuyendo el capital. La lógica parece apuntar a que se trataría de una retribución de trabajo cualificado y no proporcional a la aportación de capital.