1.
Ante la
oleada de despidos desatada en empresas vascas de primera línea, un alto responsable
político ha planteado la posible conveniencia de que los trabajadores acepten
reducciones salariales como contrapartida del mantenimiento de los puestos de
trabajo.
2.
Los
sindicatos, lógicamente, han reaccionado de forma crítica ante este
planteamiento, mientras que desde la patronal vizcaína CEBEK se ha afirmado que
“Sin ventas, reducir los sueldos tampoco
conduce a nada".
3.
Si nos
planteamos cuál de estos posicionamientos es correcto en términos absolutos difícilmente
llegaremos a alguna conclusión clara. Precisamente porque cada empresa y cada
sector es distinto, las posibles soluciones para cada caso son también
distintas.
4.
En efecto,
como indica CEBEK, es lamentablemente posible que, en algunos casos, haya
empresas que no tengan más remedio que cerrar de forma total o bien sobrevivir
a través de cierres parciales. En principio, no es lo que cabría esperar de una
crisis coyuntural como supuestamente es la provocada por el COVID-19, pero –como
decimos- cada empresa y cada sector es distinto.
5.
Sin embargo,
lógicamente, ni la sociedad ni los gobiernos están para alentar los cierres de
empresas o los despidos. De lo que se trata es de qué posición adoptar ante caídas
coyunturales del mercado como, en principio, se supone que va a suceder en la
generalidad de los casos.
6.
Cuando estas
caídas coyunturales representan una carga significativa para las empresas, las
de nuestro entorno tienden lamentablemente a reaccionar a través de despidos. Pero
existen, ciertamente, otras alternativas que, básicamente serían:
A.
Reducción salarial pactada
B.
Reducción pactada del tiempo de
trabajo
7.
La reducción
pactada del tiempo de trabajo, con un reparto de costes entre trabajadores,
empresa y gobierno, es la política sistemáticamente impulsada en Alemania y
otros países de Europa continental para hacer frente a las crisis de demanda y
que ha sido un instrumento esencial para la contención de las cifras de
desempleo.
Es sorprendente que nuestra clase política haya permanecido
indiferente ante la importancia que políticas como el KurzArbeit alemán pueden
tener para el impulso del pleno empleo.
8.
En principio,
ante una caída de las ventas, la reducción salarial no es la reacción lógica. La
productividad por hora de trabajo no disminuye por esta caída de ventas. Lo lógico
es mantener la retribución por hora y, en caso necesario, reducir temporalmente
el número de horas de trabajo, mientras dura la caída del mercado.
9.
Si una
adecuación salarial puede ser una respuesta lógica cuando caen los resultados
pero no la actividad de una empresa, no lo es cuando –como sucede en la crisis
actual- se trata de una reducción de la actividad.
10. En cualquier caso, nos encontramos una y otra vez ante la
necesidad de diferenciar entre crisis coyunturales y crisis estructurales. Da
la impresión de que más de una empresa está aprovechando la crisis COVID-19
para intentar solucionar problemas estructurales anteriores. Algo similar a lo
que parece estar sucediendo con una economía occidental que ya estaba al borde
del estallido y que ahora parece querer justificar su propio hundimiento
gracias al COVID-19.
11. Por supuesto, todo esto es una descripción teórica. En la realidad
de las empresas, los intereses contradictorios de empresarios y trabajadores
dificultan seriamente determinar cuáles son realmente las necesidades objetivas
de la actividad empresarial y cuáles los intereses personales de maximización
del beneficio por parte de empresarios e inversores.