1. Occidente, el mundo entero, se encuentra a la espera. A la espera
de un otoño en el que todo parece a punto de estallar. El hambre generalizada
en países en desarrollo y el desempleo y la pérdida de coberturas para decenas
o cientos de millones de personas en Europa y Estados Unidos. Las consecuencias
sociales y económicas de las políticas desarrolladas para hacer frente a la
COVID-19, que ya están siendo enormes, van a estallar probablemente durante los
próximos meses.
2. No nos engañemos. El problema no es sólo la pérdida de capacidad
productiva generada durante el año actual, sino el cada vez más claro estallido
que todo esto está provocando en la burbuja financiera que ha mantenido la
economía occidental durante los últimos 40 años. El modelo de desarrollo
occidental está ya a punto de estallar definitivamente.
3. Pero al caos económico que nos espera durante este otoño hay que
añadir el caos político. Una guerra civil larvada en Estados Unidos está ya
estallando en las calles y las elecciones de noviembre pueden ser el detonante
final, en un contexto en el que se desconoce si tanto los nacionalistas
partidarios de Trump como sus enemigos neoconservadores y globalistas aceptarán
perder estas elecciones, que ambas partes parecen interpretar como históricas.
4. El caos asoma también en el choque de trenes entre Estados Unidos
y China, en el que ya se están moviendo rápidamente piezas en el terreno
militar. Y que se superpone al enfrentamiento entre Occidente y países
emergentes o a una caída del dólar como moneda de reserva mundial que puede
producirse en cualquier momento. Y caos se avecina también en Oriente Medio
ante la amenaza israelí de dar un salto adelante en su estrategia de anexionarse
por la fuerza más territorios palestinos.
5. ¿Es casual la coincidencia de todos estas amenazas? Difícilmente.
Sea cual sea el origen de la epidemia COVID-19, todas las fuerzas geopolíticas
parecen haberse situado desde el primer día ante la misma como una oportunidad
histórica para conseguir sus objetivos estratégicos. Ya sea cara a la expansión
territorial en el caso de Israel, a las elecciones norteamericanas, a la
consolidación de la Unión Europea, a la contención de China por parte de EEUU, …
6. El caos que ya ha estallado en las calles de Estados Unidos no va
a ser nada comparado con lo que suceda cuando millones de personas en el
conjunto de Occidente dejen de percibir las prestaciones públicas que les están
manteniendo durante estos meses. Todo esto era algo previsible para los
gobiernos que han gestionado las políticas sanitarias del año actual y, sin
embargo, ello no les ha impedido adoptar medidas que todos sabíamos que iban a
destruir nuestra economía y, con ella, la estabilidad política y social.
7. El problema para interpretar correctamente lo que sucede es que no
contamos ni con una clase política ni con medios de comunicación independientes
de la oligarquía financiera. Es la oligarquía occidental la que determina lo
que deben decir y hacer la derecha y la izquierda. O las supuestas “derecha” e “izquierda”.
Y esto es lo que se transmite a través de los medios y son los mensajes y las
interpretaciones de las que nadie se atreve a moverse. Nuestra capacidad de
analizar objetivamente la realidad es cercana a cero.
8. Situarse en este caótico contexto geopolítico no va a ser nada fácil.
Todo va a ser posible durante los próximos meses y es bueno que estemos
preparados para ello.
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