1.
Todo parece
indicar que la sustitución del actual sistema monetario es inminente. Tanto
desde los grupos y países interesados en derribar el sistema de petrodólar como
de los que hasta ahora han defendido su mantenimiento a sangre y fuego, la
proximidad de un nuevo sistema monetario se está considerando inevitable por
todos los sectores. Como consecuencia de ello, la carrera parece ahora haberse
centrado en quién y cómo va a controlar el proceso de definición y puesta en
marcha del nuevo sistema monetario.
2.
Los
desarrollos en el ámbito de las nuevas monedas digitales, criptomonedas,
sistemas monetarios de blockchain o cuánticos, están multiplicándose, tanto
desde la iniciativa pública como desde la privada. Y, por las razones
indicadas, pueden convertirse en un factor fundamental para el desenlace del
conflicto histórico que en este momento la oligarquía financiera tiene abierto
en dos frentes: con el populismo industrialista emergente (Trump, …) por un
lado y con los países emergentes euroasiáticos (China, Rusia, Irán, …) por el
otro.
3.
Una de las
primeras alarmas que ha saltado a raíz de la prevista cercanía de este proceso
es la de la previsible amenaza que el mismo supone para el actual sistema
bancario. Con frecuencia se ha llegado a repetir que, una vez generalizado un
sistema de criptomoneda, “los bancos no serán ya necesarios”.
4.
Esta expresión
es probablemente exagerada. La extensión de las criptomonedas hará
probablemente innecesaria la custodia y gestión de los depósitos y, de esta
forma, hará previsiblemente superflua la banca de depósitos. Pero la actividad
de banca de inversión seguirá siendo necesaria. Alguien tiene que buscar y
analizar los proyectos de inversión y decidir en qué se invierte o no y cómo.
5.
La previsible
desaparición a medio plazo de la banca de depósitos va a suponer una auténtica
revolución económica, social y política. EKAI Center ya ha venido informando de
que el artificial vínculo entre depósitos y crédito no era más que una ficción
destinada a asegurar el control de la economía por parte de la oligarquía
financiera. La desaparición de la banca de depósitos deshace por sí misma esta
ficción y obliga a las entidades bancarias a convertirse en bancos de
inversiones cuya capacidad de crédito dependerá de los recursos financieros “invertidos”
(no “depositados”) en los mismos por los particulares y de la disposición de crédito
público.
6.
Este
escenario es, evidentemente, revolucionario. Y explica por sí mismo por qué la élite
financiera occidental, que durante dos siglos ha basado su poder en el control
de los depósitos bancarios (y, posteriormente, en el control de los bancos
centrales) está a la vez aterrorizada ante el futuro inmediato y, por otro
lado, en una acelerada carrera por posicionarse ante el nuevo contexto.
7.
Recordemos
que, tal como ha venido exponiendo EKAI Center, la actual vinculación entre depósitos
y crédito bancario es en realidad una ficción normativa. Los ciudadanos no
depositan su dinero en los bancos para ponerlos en riesgo sino para que sean
custodiados y estén disponibles en cualquier momento. En lugar de ello, los
bancos los “utilizan” para conceder créditos, en una ficción que genera un
sistema financiero en permanente riesgo de estallido. Un sistema ideal para la
oligarquía financiera, que mantiene así artificialmente el control tanto de los
depósitos como del crédito.
8.
EKAI Center
ya venía planteando que la lógica económica dictaba la necesidad de diferenciar
los bancos de depósito –que mantendrían los fondos recibidos sin riesgo- de los
bancos de inversión, cuyos recursos serían aportaciones financieras privadas
con vocación de riesgo y crédito público.
9.
El esquema propuesto por EKAI Center era teórica
y lógicamente claro. Pero, por supuesto, políticamente imposible sin una
verdadera revolución en Occidente. Todo parece indicar que las criptomonedas
van a generar por sí mismas este contexto. Esto puede suponer para nuestro
modelo de desarrollo un extraordinario salto adelante.