1. Aunque su situación mejoró en los 4 años anteriores, el tejido
empresarial europeo se encontraba, ya desde el estallido de la crisis
financiera en 2008, sometido a constantes tensiones financieras y de mercado.
Todo ello en un contexto de crisis del que apenas empezábamos tímidamente a
salir, en buena parte gracias al mantenimiento de medidas financieras y
monetarias extraordinarias en todo el contexto europeo.
2. Cuando la recuperación sólo parecía empezar a consolidarse, la
crisis del COVID-19 está ya suponiendo un auténtico desastre para muchas
empresas europeas, que van a verse obligadas a cerrar su actividad.
3. En circunstancias ordinarias, lo habitual sería dejar a los
mecanismos del mercado y de la sociedad civil buscar soluciones alternativas al
cierre, ya fuesen la continuidad intergeneracional, la búsqueda de inversores
industriales o financieros, la implicación de los trabajadores en la
continuidad empresarial, etc.
4. Sin embargo, la posible dimensión de esta crisis y su también
posible repercusión sobre sectores estratégicos del tejido empresarial europeo nos
obligan a prepararnos cuanto antes para utilizar mecanismos extraordinarios
ante una situación claramente extraordinaria.
5. Nos referimos a la utilización de las participaciones públicas
como instrumento para asegurar la continuidad empresarial. Este tipo de
instrumentos fueron habituales en Europa desde la Segunda Guerra Mundial hasta
los años 80 y fueron a partir de entonces desapareciendo. Por otro lado, son
habitualmente utilizados con éxito por los países emergentes y esto nos permite
acceder a una importante base de datos de referencia sobre la utilización con
éxito de las participaciones públicas en ámbitos locales, territoriales y
nacionales.
6. Esta necesidad ha sido ya inmediatamente intuida por distintos
gobiernos europeos, como los de Francia y Alemania, que de forma inmediata han
anunciado la voluntad política de utilizar las participaciones públicas con el
fin de salvar sectores como el aeronáutico y las aerolíneas.
7. En este contexto, es urgente que la Unión Europea dé un giro
estratégico inmediato a la obsesión privatista de las últimas décadas para ser
capaz de posicionarse con objetividad ante los retos actuales. Pero es también
imprescindible que este giro conceptual se traslade cuanto antes a los
gobiernos nacionales, regionales y locales. También en estos ámbitos regionales
y locales, la experiencia de los países emergentes en el ámbito de la
intervención pública a través de participaciones empresariales puede ser de un
gran interés para nosotros.
8. Los países emergentes nos están demostrando el daño que a la
economía y a la sociedad europeas ha hecho el fanatismo privatista. Con
frecuencia las grandes crisis son también grandes oportunidades de cambio. Necesitamos un inmediato giro estratégico
conceptual por un lado y también poner a disposición de los agentes privados y
públicos las diferentes opciones y los instrumentos utilizables por los
gobiernos locales y territoriales. Muchos de estos gobiernos son ya
técnicamente incapaces de gestionar las políticas de participaciones públicas y
necesitan un especial esfuerzo de preparación para este nuevo contexto.