1. Internet no sólo ha cambiado ya radicalmente los mecanismos de
información. También los instrumentos de comunicación y relación humana. Se
trata de un cambio radical que incide necesariamente en los procesos de
activación social.
2. Recordemos que la activación social depende de forma directa de
dos factores:
A.
De la motivación individual de las
personas hacia la mejora y el cambio social (necesidades, percepción de las
mismas, valores, tiempo libre, capacidad de esfuerzo, ...)
B.
De la interrelación entre las
personas a la hora de poner en marcha grupos u organizaciones con capacidad de
generar dinámicas de avance de la sociedad.
3. La irrupción de Internet incide radicalmente en ambas vertientes
de la dinamización social. Tanto en la eficiencia de la actuación individual
como en las opciones de cooperación a efectos de poner en marcha y potenciar
grupos y organizaciones.
4. Internet ha abierto un amplísimo campo de posibilidades para la
activación individual con vocación social. Cualquier persona con ideas, tiempo
y capacidad de esfuerzo puede desarrollar su propio proyecto en Internet como
bloguero, youtuber, etc. Puede crear o redistribuir contenidos a través de las
redes sociales, etc. Esta realidad, por sí misma, abre un inmenso campo de
activación social para personas que, hasta ahora, eran incapaces de proyectar
su capacidad de actuación si no contaban con el respaldo de alguna organización
o empresa.
5. Pero Internet también incide muy directamente en los instrumentos
de interrelación social. Fundamentalmente, a través de la reducción radical del
coste de la organización de grupos. La tradicional dependencia de las reuniones
con presencia física convertía a estas reuniones a la vez en un instrumento
imprescindible para la activación social y en el lastre más importante de la
misma. El coste de tiempo y dedicación que las reuniones presenciales genera
es, no nos engañemos, un obstáculo fundamental para la puesta en marcha y la
consolidación organizativa.
6. Es evidente que las reuniones presenciales son, en ocasiones,
necesarias. Pero está claro que, como cualquier coste, deben minimizarse tanto
en duración como en frecuencia. Mucho más cuando la participación en las mismas
es desinteresada como sucede en las dinámicas de activación social. Y, muy
especialmente, en el actual contexto de sobre-ocupación laboral que ha hecho
desaparecer las opciones de tiempo libre para muchos millones de personas,
especialmente las que tienen compromisos familiares.
7. Internet permite reducir o minimizar las reuniones presenciales.
Las aplicaciones de mensajería instantánea (Whatsapp, Telegram, …) y las
plataformas de video-llamadas (Skype, Zoom, …) permiten hacer desaparecer los
costes de desplazamiento, improvisar reuniones, etc, multiplicando así las
opciones de interrelación social y reduciendo drásticamente los costes
organizativos de la puesta en marcha y desarrollo de iniciativas sociales.
8. Como todos los cambios tecnológicos, su aplicación efectiva
requiere con frecuencia cambios generacionales, que incorporen adaptaciones
culturales y de costumbres. Pero el valor añadido aportado por estos nuevos
instrumentos es tan alto que su implantación está siendo de hecho acelerada.
9. Sin olvidar el interés y la importancia de las relaciones
presenciales, el coste de las mismas debe tenerse en cuenta en los procesos de
activación social y, como consecuencia de ello, es esencial la mentalización
del conjunto de los ciudadanos sobre las posibilidades de realización personal
y de activación social que les ofrece Internet y que hasta ahora resultaban
sensiblemente más complicadas.