1.
Si hay algo
que distingue las políticas locales y regionales chinas de las vascas es la
capacidad china de analizar con objetividad en cada caso y en cada sector las
ventajas e inconvenientes de las fórmulas privadas, públicas o mixtas de gestión
empresarial.
2.
En cierta
medida, Occidente tuvo esta capacidad durante las décadas de posguerra, pero la
fue perdiendo de forma progresiva a partir de los años 80, en los que no sólo
se produjo una reducción sistemática y continuada del sector público
empresarial, sino que se extendió la convicción de que la empresa privada es
siempre más eficiente que la pública transformando esta convicción en un dogma
ideológico aplastante.
3.
Con el
tiempo, la propia realidad aparente ha terminado reforzando las convicciones. “La
mejor prueba de que la empresa pública no funciona es que apenas hay empresas públicas”.
4.
En el caso
del País Vasco, esta ideologización ha llegado a extremos sorprendentes. Un
responsable político de primer nivel llegó a afirmar hace pocos años que “los
gobiernos no participan en empresas”, en una demostración de falta de formación
capaz de sonrojar a cualquier estudiante de primaria de los países emergentes.
5.
Nuestros
expertos y agentes sociales desconocen incluso datos clave de su propio
entorno. Por ejemplo, que empresas occidentales de primer nivel como Volkswagen
o Renault están bajo control público.
6.
Lo que se
enseña en nuestras universidades, lo que transmiten nuestros medios de
comunicación y nuestros dirigentes políticos es, sistemáticamente, siempre lo
mismo: el concepto de empresa pública está, prácticamente, fuera del mapa.
7.
Por el
contrario, en las políticas locales y regionales de China la capacidad de hacer
un uso adecuado del respectivo potencial de la titularidad privada y pública de
la empresa es incomparablemente más alto que el nuestro.
8.
Las
autoridades locales y regionales examinan, en particular, el posible interés de
la titularidad pública en infraestructuras empresariales, empresas estratégicas
o grandes empresas en general. A la vez que promueven activamente la iniciativa
empresarial privada en todas las actividades en las que este tipo de empresas parecen
demostrar una mayor eficiencia. Finalmente, utilizan de forma sistemática las
participaciones públicas minoritarias en empresas privadas como un medio de
influencia destinado a asegurar que las estrategias empresariales en empresas medias
o grandes no se desvinculan excesivamente del interés general.
9.
Nada que ver
con las estrategias de nuestros gestores públicos, que se basan en considerar
inexistente la opción empresarial pública y, finalmente, acabar utilizándola
exclusivamente “cuando no hay otro remedio”.
10. Esta flexibilidad y objetividad en la gestión de las fórmulas de
empresa privadas, públicas o mixtas, es una extraordinaria ventaja competitiva
para la economía y la sociedad chinas. Y, al contrario, nuestra evidente
incapacidad en este ámbito es una de las razones fundamentales por las que Occidente
–y el País Vasco con él- está siendo arrollado por el tren de la historia.
11. No se trata de simplificar el análisis en base a intentar
responder a la pregunta de si es más eficiente la empresa pública o la privada,
porque cada empresa y cada sector necesitan una respuesta específica a esta
pregunta. Se trata de ser capaces de superar nuestra actual incapacidad para
empezar a analizar con objetividad las ventajas e inconvenientes que en el caso
concreto tiene cada modelo de titularidad empresarial pública, privada,
cooperativa o mixta. Se trata, en definitiva, de superar el actual desastre del
“fanatismo privatista” en el que estamos sumergidos.
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