1. Tradicionalmente hemos venido interpretando la evolución de los
presupuestos públicos como el eje central de la configuración del estado del
bienestar y del modelo social europeo. Pero dentro de este modelo, el impuesto
sobre la renta de las personas físicas ha sido probablemente el soporte
fundamental de la expansión presupuestaria registrada en toda Europa a partir
de la Segunda Guerra Mundial.
2. El Impuesto sobre la Renta de las Personas no sólo aportó más
recursos a los presupuestos públicos sino que, a través de la progresividad –aplicación
de un tipo superior a las rentas más altas- consiguió un nivel de apoyo social
sustancial para la consolidación del estado del bienestar.
3. A partir de la consolidación del Impuesto sobre la Renta como
impuesto progresivo, el objetivo del sistema fiscal en su conjunto ya no era sólo
la financiación del gasto público. Desde entonces, la redistribución de la
renta se convertía en un objetivo fundamental y también base de su legitimación.
4. El impacto redistributivo de este impuesto se evidencia si
consideramos la distribución de la carga impositiva por tramos de base
imponible de los contribuyentes. Como ejemplo, veamos los datos del IRPF 2016
en España:
FUENTE: Dirección General de Tributos
NOTA: “CRA-DM-DFN” = Cuota Resultante de la Autoliquidación – Deducción por maternidad – Deducción por familia numerosa o personas con discapacidad a cargo.
5. De este gráfico se deduce con claridad que, como consecuencia de
la progresividad del Impuesto, los estratos de rentas más altas contribuyen
sensiblemente más a la captación de recursos a través de este impuesto.
6. Comparando la participación de cada grupo de contribuyentes en las
bases imponibles por un lado y en las cuotas íntegras o netas por el otro,
percibimos el impacto de la progresividad, como consecuencia de la cual las
rentas más bajas aportan cerca de la mitad de su participación en la renta
anual, mientras que las rentas más altas aportan más o menos el doble de su
participación.
7. Es habitual representar gráficamente el impacto redistributivo del
impuesto a través de la curva de Lorenz.
FUENTE: Dirección General de Tributos
8. El impacto redistributivo del Impuesto es evidente. Sin embargo,
es importante analizar qué tipo de redistribución es la que el Impuesto genera.
Por un lado, el que se aporte más en función de la mayor generación de renta
puede ser una cuestión de justicia distributiva en sentido genérico. Pero el análisis
de quiénes y cuánto parece necesario para precisar cuál es la aplicación real
de estos criterios de progresividad.
9. Desde esta perspectiva, podemos entender, en base al primero de
los gráficos y a los datos más concretos aportados por Hacienda, que el punto
de inflexión más característico se situaría alrededor de los 30.000 euros de
renta anual. Hasta ese nivel de renta los ciudadanos aportan menos que lo que
proporcionalmente les correspondería en base a su participación en la generación
de renta. Y a partir de los 30.000 euros aproximadamente, aportan más que
proporcionalmente.
10.Esto nos
lleva a una primera conclusión. La de que el efecto redistributivo del Impuesto
sobre la Renta no se produce desde los más pudientes y a favor del resto de los
ciudadanos. El efecto real es muy distinto. Se trata de una redistribución
desde los estratos medios y altos hacia los estratos de menor renta. Tener esto
en cuenta es esencial para entender el impacto económico, social y político de
este Impuesto.
11.La segunda
cuestión, que vemos claramente en los gráficos, es que el grueso de la aportación
de recursos procede de los estratos de nivel medio y medio-alto.
12.Por supuesto,
el efecto redistributivo de los presupuestos públicos no se limita al Impuesto
sobre la Renta, sino que se refleja también a través del gasto público, en la
medida en que el mismo se destine más que proporcionalmente hacia ciudadanos
con menos recursos a través de prestaciones o subvenciones.