Inteligencia Política y Estratégica
NEOFASCISMO, CAMBIO CLIMÁTICO Y COVID-19
AUDIO: https://youtu.be/kG66vmwGT1g
TEXTO (PDF): https://yadi.sk/i/Xx6BzyvhRliqfQ
1. Por alguna razón, las grandes corporaciones occidentales parecen
entender que ya no es necesario ocultarse –o no es tan necesario como antes- y
durante los últimos meses están difundiendo sus estrategias geopolíticas de
forma más abierta que nunca.
2.
A partir de
la estrategia del “Gran Reinicio” planteada por el Foro Económico Mundial, los
documentos del “Grupo de los 30”, de la “Coalición por el Capitalismo Inclusivo”,
del “Consejo por el Capitalismo Inclusivo más el Vaticano”, etc. observamos
claramente que la élite corporativa, como ellos mismos afirman, está encantada
con la “oportunidad” que supone el COVID-19 para llevar adelante sus
estrategias.
3.
Estas
estrategias se enmarcan en el nuevo modelo de desarrollo que, según ellos, debe
sustituir al fracasado neoliberalismo. Y debe hacerlo, como indican, a través
de un proceso de “destrucción creativa” que permita asentar la “nueva
normalidad” mediante la destrucción de tejido productivo “prescindible”,
fundamentalmente de pequeñas y medianas empresas.
4.
De esta
forma, contemplamos cada vez con mayor claridad cómo estas nuevas estrategias
corporativas encajan perfectamente en el contexto progresivamente creado por
las élites financieras que, desde los años 70, venían apostando por el “decrecimiento”
y por la reducción de la población. Ya hemos comentado los informes Kissinger y
Rockefeller y la continuada actividad del Club de Roma. Estas referencias nos
revelan cómo un importante sector de la oligarquía occidental, ya desde hace 50
años, venía apostando claramente por una estrategia claramente neofascista, con
distintos pretextos estratégicos y, en particular, ecológicos.
5.
En esta
estrategia neofascista fueron especialmente activos el sector Rockefeller y el
sector corporativo dependiente de la monarquía británica. Sus expertos y sus
fundaciones –incluyendo el Club de Roma- apostaron desde el principio en contra
del avance tecnológico y productivo, a favor del “decrecimiento” y de la
reducción de la población.
6.
En su momento,
los argumentos utilizados fueron los desastres que se avecinaban como
consecuencia de lo que se denominó “pico del petróleo” o el “agujero de la capa
de ozono”, de los cuales ya nadie habla. En este momento, el cambio climático y
la “COVID-19” son, como ellos mismos reconocen abiertamente, las grandes palancas
que deben permitir a esa élite neofascista avanzar en la destrucción del avance
científico, tecnológico y económico y, de esta forma, asegurar el control de
Occidente.
7.
Hablemos
claro. La élite corporativa ya ha destruido Europa y Estados Unidos. El rapidísimo
declive de Occidente no es tanto una consecuencia de la buena gestión de los países
emergentes –aunque también lo sea en parte- cuanto un resultado de la
desastrosa gestión de los países occidentales. De la progresiva postergación tanto
del avance científico como de la inversión tecnológica y productiva, de la
financiarización y del sometimiento de nuestras políticas económicas a los
intereses de una oligarquía financiera para la cual el avance social y económico
de nuestros países es más bien una amenaza que una oportunidad, tal como ahora
estamos comprobando con claridad.
8.
Plantearse
como primer objetivo estratégico el decrecimiento y la reducción de la población
–no otra cosa es la actual versión del “desarrollo sostenible”- es un
posicionamiento tenebroso y que claramente podemos considerar como neofascista,
producto de una élite que desprecia al conjunto de los ciudadanos y que sólo
piensa en asegurar el control de los restos de nuestros países, una vez que éstos
sean arrasados por estas políticas “verdes” y supuestamente de “desarrollo
sostenible” que, en realidad, ni buscan el desarrollo ni son sostenibles.
9.
En otro
contexto, la estrategia más probable de nuestra élite corporativa hubiera sido
invadir China, destruir su industria y apropiarse de sus mercados. “Destrucción
creativa” hacia el exterior. Pero esto no parece posible ante el peso alcanzado
por China, la superioridad militar de Rusia y la firme alianza entre estas dos
potencias. A nuestra élite sólo le queda “destruir hacia dentro”. En ello están.