El Futuro del Modelo de Desarrollo Europeo PRODUCTIVIDAD MONETARIA Y PRODUCTIVIDAD SOCIAL

1.     A la hora de explicar la denominada “paradoja de la productividad” –la sorprendente discrepancia entre el aparente avance de las TICs desde los años 70 y su falta de impacto en la productividad- los analistas tienden a esquivar una explicación de gran interés.

2.     Se trata de la posible repercusión entre productividad monetaria y productividad material o real. No nos referimos aquí a tener en cuenta el impacto de la inflación sino a tener en cuenta la repercusión del hecho de que midamos la productividad en base a los precios de mercado de los productos y servicios.

3.     De hecho, el avance tecnológico puede permitir mayores niveles de producción con recursos similares, pero también sabemos que una de las motivaciones fundamentales de la inversión tecnológica es simplemente la reducción de costes, que permite a las empresas mejorar su posicionamiento en el mercado a través de la reducción de los precios.

4.     La reducción de los precios, que es uno de los objetivos clave de la inversión productiva, supone, de hecho, una menor “producción” medida en términos monetarios. Es posible que una empresa aumente o mantenga constante el número de productos o servicios que vende en el mercado y que, como consecuencia de la reducción del precio de los mismos, disminuya su “producción”, que no es otra cosa sino el numerador necesario para el cálculo de la productividad por hora o por trabajador cuando medimos la productividad en términos monetarios.

5.     Si los objetivos de la empresa privada se mueven lógicamente en función de la productividad monetaria que se deriva del precio de los productos y servicios vendidos, el interés social y los objetivos de la política económica deben apuntar como primer objetivo al impulso de la productividad social, no de la productividad monetaria.

6.     Algunos analistas han atribuido a este factor un impacto sustancial en la explicación de la “paradoja de la productividad” de las últimas décadas. Para ellos, el estancamiento del período neoliberal no sería un estancamiento de la productividad material o social sino exclusivamente de la productividad monetaria. Los incrementos de producción de bienes y servicios parecen exiguos porque sólo parcialmente se han trasladado a los precios de venta en el mercado.

7.     La hipótesis no es fácilmente constatable, dada la dificultad estadística de cuantificar la productividad material o social prescindiendo de los precios de mercado.

8.     De cualquier forma, esta hipótesis parece conceptualmente razonable. Nos permitiría explicar la “paradoja de la productividad” y recuperar el “optimismo tecnológico”, superando el desconcierto en el que esta paradoja ha sumido a los economistas occidentales.

9.     Sin embargo, esto nos sitúa ante la necesidad de interpretar las consecuencias de una situación económica en la que crece constantemente la productividad “social” sin que crezca la productividad monetaria.

10. El problema es que la productividad monetaria es también un referente directo de la evolución de la rentabilidad de las inversiones. De alguna forma, nos encontramos ante una contrapartida del fenómeno del incremento de la intensidad del capital. La inversión tecnológica genera necesariamente un crecimiento del volumen de las inversiones a realizar por trabajador que, si no tiene como contrapartida un incremento de la productividad monetaria del trabajo, tiende a generar una reducción de la rentabilidad. Esta reducción podría fácilmente estar en el origen de la caída de la inversión productiva y el desvío de inversiones y esfuerzo empresarial hacia las inversiones financieras o los servicios de bajo valor añadido. De alguna forma, ésta podría ser una de las claves fundamentales que nos expliquen la deriva del modelo de desarrollo neoliberal desde los años 70.

“EL FUTURO DE EUROPA. Bases para un nuevo modelo”
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