CAPITALISMO Y OLIGARQUÍA EN EUROPA
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1. La
diferenciación entre “clase capitalista” y “oligarquía” es esencial para entender
la evolución estratégica de Europa en el momento actual. En principio, podemos definir
como “clase capitalista” el conjunto de personas cuyos ingresos proceden fundamentalmente
de las rentas generadas por la inversión de capital, inversiones que se
rentabilizan en último término a través de la contratación de trabajadores
asalariados. Esta definición tiene muchos matices en su aplicación práctica,
por supuesto. Podemos destacar dos.
2. Por
un lado, los autónomos y pequeños empresarios obtienen sus rentas tanto de la
inversión de capital como de su aportación de trabajo, que es lógicamente más
importante cuanto menor es el número de trabajadores asalariados.
3. Por
otro lado, los grandes inversores y las grandes corporaciones tienden a monopolizar
o controlar su respectivo sector, saliéndose así de la dinámica de mercado que,
en principio, es propia del capitalismo.
4. Por
otro lado, el concepto de oligarquía –u “oligarquía corporativa”- hace
referencia al conjunto de empresarios e inversores que controlan de hecho la
sociedad a través fundamentalmente del control de la acción política. Un
control que puede ser muy directo –como sucede, por ejemplo, en el Banco
Central Europeo- o más indirecto, como en las instituciones de la Unión Europea
o en los gobiernos de los estados.
5. Esta
diferenciación entre empresarios capitalistas y oligarquía es esencial. Sólo
una pequeña parte de los empresarios forma parte de la oligarquía. Y esta
oligarquía corporativa no actúa en función de los intereses del conjunto de los
empresarios e inversores, sino exclusivamente en función de sus propios
intereses.
6. Con
frecuencia, los intereses de la oligarquía y del conjunto de los empresarios pueden
ser comunes. Por ejemplo, en la contención salarial. Pero muy frecuentemente no
lo son. Esta diferenciación conceptual parece sencilla, pero es de una gran
trascendencia porque nos permite entender por qué, muy a menudo, las políticas
públicas no se plantean como objetivo ni el fomento del capitalismo, ni el
libre mercado, ni el desarrollo económico, ni los intereses de los empresarios
en cuanto tales, sino exclusivamente los de las corporaciones que en cada caso
controlan el poder político.
7. Esta
clarificación tiene un particular interés para entender los procesos que se están
desarrollando en el marco de la pandemia COVID-19 y del proyecto Gran Reinicio.
En apariencia, resulta chocante que las grandes multinacionales consideren el
hundimiento de la economía mundial como “una oportunidad histórica”. Deja de
ser tan chocante cuando comprobamos que ese hundimiento económico, que destruye
millones de empresas y de puestos de trabajo, es compatible con un
extraordinario enriquecimiento de los grandes inversores internacionales. Algo
similar podemos decir sobre medidas restrictivas que se adoptan una y otra vez
con graves perjuicios para autónomos y pequeños empresarios.
8. Las
alabanzas a los procesos de “destrucción creativa” que ha abierto esta pandemia
y la pasividad y sumisión con respecto a los mismos de la clase política
europea se entienden con claridad en el contexto de diferenciación de intereses
que hemos expuesto. Pero la situación actual va más allá, porque todo parece
indicar que la élite corporativa ha puesto en marcha una estrategia de “destrucción
creativa” ciertamente agresiva y destinada de forma directa a la destrucción de
una parte sustancial de los empleos y del tejido de pequeñas y medianas empresas.
La destrucción de empresas, el hundimiento de la economía, pueden ser también
estrategias de gran interés para quienes esperan beneficiarse de ello económica
y políticamente.
“EL FUTURO DE EUROPA. Bases para un nuevo
modelo”
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